De vez en cuando, nacen algunos seres especiales. A primera vista, no se distinguen del resto; pero para el ojo que los conoce, que los sabe ver, tienen un brillo especial, una luz propia. Yo a veces les llamo hadas, o florecillas, o simplemente lolitas.
Sin embargo, parece que muchas de esas hadas nacen con una enfermedad congénita en el alma que hace que se desgasten más rápido que las personas que viven a su alrededor. Parece que el agua que beben y el aire que respiran no estén hechos para ellas, que las envenena poco a poco. Parece que es una epidemia entre las hadas el que los edificios nos oculten la luz del sol y nuestros pétalos se marchiten.
¡Ah! ¿Pero qué es de un hada sin sus alas? Volad alto, volad a Arcadia. Liberaos de las cadenas y volad lejos de todo lo que os hiera, porque más que nadie, las hadas pueden escapar de lo que les hace daño.
Para ti, para mí, para todas. Porque a veces se nos olvida.
Sin embargo, parece que muchas de esas hadas nacen con una enfermedad congénita en el alma que hace que se desgasten más rápido que las personas que viven a su alrededor. Parece que el agua que beben y el aire que respiran no estén hechos para ellas, que las envenena poco a poco. Parece que es una epidemia entre las hadas el que los edificios nos oculten la luz del sol y nuestros pétalos se marchiten.
¡Ah! ¿Pero qué es de un hada sin sus alas? Volad alto, volad a Arcadia. Liberaos de las cadenas y volad lejos de todo lo que os hiera, porque más que nadie, las hadas pueden escapar de lo que les hace daño.
Para ti, para mí, para todas. Porque a veces se nos olvida.
Claudia - Sophie Anderson