Creo que nunca he hablado mucho de mi inspiración literaria. La mayor parte de ella proviene de momentos que llamo de deep sadness (por una version de Kuroi Namida, de Anna Tsuchiya que me acompañó el pasado verano). Cuando me viene, las palabras fluyen como agua por una pendiente de mármol; puedo escribir páginas y páginas sin pensar en algo que no sea lo que tengo entre manos. Pero en prosa. A veces es muy floreada, condescendiente, arrogante si queréis. Pero es prosa. Las pocas veces que he sido capaz de producir algo con sentido en verso (en los últimos años, cuando el contenido tenía más importancia que la forma) han sido veces en las que he estado de verdad mal. No triste, no tontona. Mal. Y el haberlo hecho de forma inconsciente me preocupa un poco. Todo lo demás lo escribí después, inspirada por el sueño, por Brick by Boring Brick the Paramore y por este par de imágenes de Tama. No es nada del otro mundo, pero como es mi blog lo pongo porque me sale de las tijeras de podar (es que hemos estado haciendo el jardín hoy).